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Alguna vez has estado en una comida o cena entre conocidos, estas personas que no sabes si llegaran a ser algo mas, porque ni ha pasado el tiempo suficiente para ser amigos, ni tan poco como para que sean totales desconocidos. Y de pronto uno de ellos, normalmente el que acaba siendo la manzana de la discordia del grupo, no sé si sabe si por gracioso o por patoso, comienza a tocar temas delicados.
Esos temas incomodos que solo tocas con tu familia de sangre, básicamente porque aunque desaparezcan nunca dejan de ser tu familia de sangre y no les queda mas remedio que aceptarte como eres.
Son temas que si bien es cierto no tienen más importancia que la que uno le quiera dar, en muchas ocasiones provocan situaciones incomodas. Casi siempre porque el patoso de turno lo utiliza en el momento mas inadecuado, creyendo así que va a conseguir ser el centro de atención por su agudeza y descaro, y que la mayoría de las veces trae como consecuencia, que exista una discusión entre los otros comensales que realmente nada tenían que ver en este juego.
Lo más interesante de este tipo de personas es, que después de lanzar la manzana envenenada sobra la mesa; cuales son tus creencias religiosas, partido político, sexualidad, etc. Se apartan dando un paso atrás, y se quedan viendo desde la barrera, como han conseguido el fin que tenían desde el primer momento, provocar malestar y la discordia entre el grupo.
Es triste pero, no todo el mundo debería tener hueco en nuestra mesa
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