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Así ha comenzado la conversación con un conocido que necesitaba resolver una duda que le había surgido y los hecho de lo que me ha narrado
“Hoy me ha pasado una situación curiosa con un cliente. Esos que siempre están poniendo en duda tu trabajo y quejándose de tu costo, pero por razones desconocidas siempre esta ahí, además ya por tiempo no deja de ser clientes pero os une una relación un poco mas digamos, de confianza. Justo por eso les atiendes fuera de hora y les escuches intentando ayudarles aunque no estas obligado a hacerlo. Supongo que es la causa de que aunque siempre les anime a que busquen de otros profesionales, que los hay de muchas variedades y precios, pues deciden quedarse.
El susodicho hoy me ha pillado en mi día del mes, por lo que después de pasarse más tiempo del prudencial aprovechándose de mi y de mis conocimientos y tras conseguir a medias lo que deseaba, y digo bien, a medias. Porque reconozco que tengo buen corazón pero por eso mismo he aprendido a cuidar de él. Al no decidirse a soltarme de sus fauces, me he despedido diciéndole lo que le iba a cobrar por la consulta.
Como era de prever al informarle de que tenia una deuda conmigo; parece que ni la conversación ni mis servicios eran ya tan profesionales, igual por eso había prestado atención y tomado notas. Que para mí todo es cuestión de dinero, creo que intentando hacerme daño. Que no había conseguido todo lo que quería, algo de lo que yo estoy seguro. Y que sí me parecía bien lo que le estaba cobrando. “
Tras terminar de relatarme lo sucedido y de preguntarme si yo pensaba que había sido justo en su decisión, mi respuesta ha sido, depende;
¿Qué precio le ponemos a alguien que intenta aprovecharse de ti?.
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