Como cada año llega el día de san Valentín, día tan esperado por muchos y odiado por tantos. Ese día en el que un olvido puede ser causa de separación o al menos de un momento dramático y también en el que recordarnos el verdadero valor de la bendita soledad.
Muchos deberíamos usar ese día para hacernos un gran regalo que nos recuerde que siempre es mejor estar solo que mal acompañado y que llegado cierto momento en el que hemos construido todo por nosotros mismos somos conscientes de que solo nos tenemos a nosotros cuando realmente se ponen feas las cosas.
Si bien es cierto que siempre podemos sentir ese pellizco de melancolía, imaginando cómo sería pasar este día junto a una persona dispuesta a acompañarnos el resto del año, con el tiempo conocemos el verdadero precio de pasar con alguien este día, a ver no es por ser pesimista sino más bien realista y casi más por sentir verdadero amor por uno mismo.
Tal vez socialmente no es lo mejor visto pero poco a poco las nuevas generaciones van normalizando cada vez mas que estos días en los que prima las demostraciones de amor tal vez lo más reconfortante es hacerlo al lado de verdader@s amig@s. Esos que no te juzgan ni presionan para convertirte en algo que no eres y que al contrario disfrutan de tu peculiar forma de ver la vida.
Amor hay mucho pero encontrar uno tan desinteresado y altruista como para permitirte mantener tu esencia existen pocos. Aunque no dejo de reconocer qué me gustaría encontrar uno que me siguiera queriendo hasta después de conocerme. Alguien que se olvidara de las fechas comerciales y al lado de quién todos los días fuera navidad, San Valentín o un simple día normal pero verdaderamente especial solo por habernos encontrado.
MIentras ese día llega, esperemos sea mas pronto que tarde, seguiremos probando y disfrutando de todos y cada uno de nuestros bellos errores que nos van construyendo, destruyendo y volviendo a construir consiguiendo que no perdamos la esperanza de que la próxima vez sea sino la ultima, si la mas duradera.
El verdadero amor empieza por amarse a uno mismo.
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